Blog de Manuel Saravia

Adagios sobre adagios

Las palabras que significan un par de cosas bien distintas están muy bien para jugar. Por ejemplo, adagio. Que cuando procede del latín es como un refrán, un proverbio o una sentencia. Y que cuando viene del italiano alude a un determinado “tempo” musical. Pues si esa ambivalencia nos invita a jugar, juguemos. Y vinculemos adagios con adagios.

1. El adagio de Alessandro Marcello (del Concierto para oboe y cuerdas en re menor). Se cuenta (¿será verdad?) que alguna vez dijo que al escribirlo pensaba en el acabamiento de Venecia, hundida finalmente en el mar. Y lo cierto es que, se asegura, la ciudad se está hundiendo mucho más deprisa de lo que hasta hace no mucho se preveía. En 20 años, el nivel del mar en Venecia estará ocho centímetros más alto que el actual. Y según Greenpeace, la ciudad entera corre el riesgo de acabar bajo las aguas en 60 años. De ahí que venga a cuento recordar esta frase (este adagio) de Roberto Bolaño: “¿Cómo es el paraíso? Como Venecia”. Y lo explica: “Como Venecia, espero, un lugar lleno de italianas e italianos. Un sitio que se usa y se desgasta y que sabe que nada perdura, ni el paraíso, y que eso al fin y al cabo no importa”. ¿A quién le importa que el paraíso dure eternamente?

2. El adagietto de Mahler (de la Sinfonía nº 5). Con él podíamos seguir con Venecia (con la película de Visconti). Pero también cambiar de registro. Pues al parecer “fue concebido como regalo de amor”. Y que en él “el amor y la vida se presentan sonoramente de forma pura y lúdica, con inocencia y energía adolescentes” (María Santacecilia). Vale. ¿Qué es la vida? Según Oscar Wilde “la verdadera vida es la vida que no llevamos” (como diría Kundera, “la vida está en otra parte”). Shakespeare no es mucho más optimista: “La vida es un cuento relatado por un idiota”. Pero, siendo parecido, me quedo con lo que dice Trueba: “La vida es una película mal montada”.

3. El adagio del Concierto de Aranjuez (de Joaquín Rodrigo). Ahora lo propio es hablar de la guitarra, ¿no? Y ¿qué adagios tenemos para las guitarras? Gerardo Diego, por ejemplo, nos decía: “La guitarra es un pozo con viento en vez de agua”. Está bonito. Pero me quedo ahora con la expresión, mucho más contundente, de Paco de Lucía: “La guitarra, una hija de la gran puta”.

4. El Adagio for Strings (de Samuel Barber). Que, al parecer, en 2004 fue elegida como la “obra clásica más triste”, por los oyentes del programa BBC’s Today. Y en efecto, se usa con frecuencia para subrayar la tristeza de las escenas más tristes de las más tristes películas. Pues vayamos con esa tristeza, y dos adagios curiosos. Uno: “La tristeza es un tesoro precioso, que solo se muestra a los amigos” (Proverbio africano, que está muy bien). Y dos (genial): “Muchas veces la tristeza es solo pereza. Nada precisa menos esfuerzo que estar triste” (Séneca).

5. El famosísimo adagio de Albinoni. La obra más famosa del Barroco, que ni se compuso en los siglos del Barroco ni su autor fue Albinoni. Vaya. Fue escrito, con toda probabilidad, en 1945 por Remo Giazotto. Estupendo. Vaya chasco. Obviamente se impone hablar aquí del engaño. Y el mejor adagio sobre esta cuestión es, a mi gusto, el siguiente terceto de Lope de Vega: “Pluguiera a Dios duraras, dulce engaño, que si ha de dar un desengaño muerte, mejor es un engaño que da vida”.

(Imagen: Venecia. Carlevarijs: Zecca, Libreria Marciana, Piazzetta. File:Carlevarijs, Luca – Riva degli Schiavoni with view to Salute – Galleria Corsini, Rome.jpg. Created: circa 1690-1720).


Dejar un comentario