Blog de Manuel Saravia

Brazos abiertos

Hace pocos días, entre el 31 de diciembre y el 2 de enero, la modesta embarcación de salvamento de nombre Open Arms (ya vieja, casi 50 años, y en el límite) efectuó dos rescates en los que subieron a 265 personas que llevaban varios días en el mar, con «signos de desnutrición e hipotermia». Y también es noticia la ONG del mismo nombre (siglas POA) por haberse dictado ayer mismo el aplazamiento (para recibir nuevas pruebas) hasta el próximo 14 de enero de la audiencia preliminar del ultraderechista Matteo Salvini, acusado de secuestro, abandono del deber y omisión de documentos oficiales, por los sucesos de agosto de 2019. Negó entonces el exministro italiano del Interior, durante tres semanas, el desembarco del buque en Lampedusa, con 90 personas a bordo en condiciones críticas.

La verdad es que no es fácil dar con el nombre adecuado de las cosas. Pero cuando se decidió denominar Open Arms a la ONG del Mediterráneo y a su barco de rescate, ciertamente lo clavaron. Pues si se dedican al salvamento de embarcaciones precarias que intentan llegar a Europa con decenas, centenares de personas que “huyen de conflictos bélicos, persecución o pobreza”, y las saludan con ese nombre escrito (bien grande) en el casco, no se puede estar, repito, más acertado. Abrir los brazos y auxiliar a quienes intentar cruzar el mar, son el primer gesto y la primera acción que se espera no solo del derecho del mar, sino también, y sobre todo, de esa Europa a la que llegan.

(Imagen: el barco, en una fotografía de infolibre publicada el 20 de febrero de 2020).

 


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