Blog de Manuel Saravia

Calor y dolor

Quizá puedan ser de utilidad (solo quizá) dos ideas enunciadas por John Berger en otros tantos capítulos de su libro Sobre los artistas (Barcelona, G. Gili, 2018). La primera viene de los cuadros del pintor inglés Anthony Fry, pintados en el sur de la India. ¿Qué es lo que nos pasan de contrabando? “Su secreto -dice Berger- tiene que ver con el hecho de vivir en cierto clima, vivir en cierta tradición relacionada con el calor. No son pinturas sobre el clima (no son en sentido alguno impresionistas); son pinturas sobre una cultura impregnada con la experiencia humana cotidiana de cierto clima”. Porque en esos estados de calor, “todo se toca con todo”. Y así, “en este calor, la tierra entera es una tienda de campaña. Los muros más gruesos se ondulan. El cielo se puede tocar. La luz del día es una entrada que se mantiene abierta con dos trozos de cinta adhesiva. La noche es cualquier rincón que escoja uno”. Todas las cosas tienen la misma temperatura. Y los colores visibles “se hacen iguales, pese a sus distintas intensidades. Iguales como si todos estuvieran diciendo la misma palabra. ¿Qué palabra? La palabra que las yemas de los dedos susurran cuando tranquilizan y dicen: Espera… espera. Una palabra que no es ni tierna ni cruel, sino infinitamente conocedora y cómplice. La contraseña del calor”.

La segunda idea (magnífica, recogida en alguna ocasión por Manuel Rivas, y de alguna forma también por Elena Sánchez de Madariaga) procede del libro El tamaño de una bolsa (Taurus, 1998). “Una pequeña bolsa de resistentes (…) contra un nuevo orden económico mundial que no puede ser más inhumano” (y era 1998 cuando se escribió). El capítulo al que nos referimos ahora está dedicado a Frida Kahlo. Y en él, casi al final, nos dice: “El hecho de que se convirtiera en una leyenda se debe en parte a que, en la edad oscura que nos ha tocado vivir hoy bajo el nuevo orden mundial, compartir el dolor es una condición esencial para volver a encontrar la dignidad y la esperanza. Gran parte del dolor no se puede compartir. Pero sí se puede compartir el deseo de compartirlo. Y en esa forma de compartir inevitablemente inadecuada reside la resistencia.” Compartir el deseo.

(Imagen del encabezamiento: “Viva la vida”, el último cuadro que pintó F. Kahlo, 1954. Procede de artsandculture.google.com/asset. La otra imagen, de Fry, se titula “The man who loved volcanoes”, está en el libro de Berger y en ar.pinterest.com).


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