Blog de Manuel Saravia

Cien proyectos en uno

Se vive la ciudad, qué duda cabe. Estás en Valladolid y las actividades y proyectos de carácter general afectan, en mayor o menor medida, a todos los vecinos y vecinas. Muchos de los programas culturales lo son de toda la ciudad. El debate sobre el soterramiento es también de todo el vecindario. Las mejoras medioambientales afectan al conjunto urbano en su integridad. Pero también se vive en el detalle.

De hecho hay mucha gente que prácticamente vive sólo en los detalles de la ciudad. Allí dentro, sólo en los detalles. Únicamente en la pequeña escala. Decíamos hace algunos años que la ciudad, para esas personas (y para nosotros) “empieza y acaba en el sol que llega a la plazuela que está junto a su casa, los vuelos que les protegen cuando llueve, el andar tranquilo, la cercanía de las tiendas de cada día, alguna vista agradable, algún diálogo entre una y otra casa (referencias, guiños) de los que somos conscientes, el cuidado de las cosas, su limpieza, los materiales agradables (la madera, el ladrillo), los recuerdos, que corra la brisa, que se filtre la luz, una terraza, un toldo, un banco, ver niños sueltos, sentir la actividad, sentir algo de orden, algo de respeto, ventanas iluminadas, el agua, los árboles, la vida”.

El Plan General de Ordenación Urbana (el PGOU, para los amigos) se encarga a la vez de lo grande y de lo pequeño. Del proyecto general de ciudad y de las minucias de cada esquina del suelo urbano. Lo cual trae algunos problemas. Por de pronto, que ha de proyectarse todo (y cuando digo todo es todo) en un breve espacio de tiempo. Pero también, y esto es más grave, que el debate de lo grande arrincona al chico. Y sin embargo habrá que conseguir, como sea, que se discuta sobre esas pequeñas actuaciones que van a ser el marco habitual del día a día de muchas personas.

El nuevo PGOU de Valladolid incluye más de 100 proyectos de áreas dispersas por todo el ámbito urbano. Y habrá que arbitrar un proceso de participación en el que se propicie su debate, corrección, ajuste y asimilación, en su caso, por parte de quienes más cerca vivan de cada uno de esos enclaves. Sí: por muy general que sea, abrirse también a comentar esas pequeñas cosas de las que tantas veces depende la calidad urbana.


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