Blog de Manuel Saravia

Colaborando con el banco de tierras

(Hilo 42)

1. Hace algunas décadas se exponía la cuestión de la propiedad del suelo como el elemento cardinal del urbanismo. Probablemente lo sea. Pero lo cierto es que ahora nadie lo plantea. José Luis González-Berenguer fue el máximo defensor, en España, de la nacionalización del suelo, por ley, desde finales de los 60. Pero hoy todavía pueden verse algunos países que proponen, hasta donde se pueda llegar, ese tipo de medidas.

Por ejemplo, Chile. En abril de este mismo año se anunció la formación de un “Banco de Suelo Público”, gestionado por el Ministerio de Vivienda y Urbanismo. En primer término se hablaba de 250 has., distribuidas en 120 parcelas por todo el país (es decir: una media de unas 2 has. por parcela. Que a 80 viv./ha. supone una capacidad de 20.000 viviendas). Cuando se informa de que hay más de 80.000 hogares “viviendo en campamentos”, la cifra parece claramente insuficiente. Pero lo cierto es que el empuje es evidente. Pues constituir un banco de suelos públicos se enuncia como una de las primeras condiciones para atender a la cuestión de la vivienda. No hay duda de su interés, y debe reconocerse el esfuerzo. (Abajo: imágenes procedentes de Ministerio de Vivienda y Urbanismo de Chile sobre el Banco de Suelo).

2. Pero no solo se quieren tierras para la vivienda. También se reclaman, desde hace décadas en numerosos países, para mantener el uso agrícola, y destinarlo a la actividad de pequeños productores, de forma que, promoviendo la protección de esos suelos valiosos, se vincule su producción con los mercados locales ecológicos. De hecho, la medida 1.2 de la Estrategia Alimentaria de Valladolid (que impulsa la Concejalía de Medio Ambiente y Desarrollo Sostenible) se enuncia así: “Apoyo al emprendimiento agroecológico en la superficie agrícola de Valladolid y su alfoz”. Y en la acción 1.2.4 se propone explícitamente: “Creación de un banco de tierras municipal o inclusión de parcelas del Ayuntamiento de Valladolid en el banco de tierras de la Red Terrae, e intermediación para que los municipios de la CUVA adopten también esa herramienta”. (Abajo: varias imágenes de difusión de la Estrategia Alimentaria).

Todo lo cual tiene que ver con otras actuaciones de la Estrategia. Por ejemplo, con la puesta en marcha (con el apoyo de la Junta) del Ecomercado, desde 2018. En poco tiempo los operadores y operadoras del mismo se constituyeron en la Asociación VallaEcolid, aglutinando a productores, elaboradores y tiendas de productos ecológicos. Su presidente destacó que «la Estrategia Alimentaria del Ayuntamiento de Valladolid es un marco excelente para que nuestros productores tengan la oportunidad de vender sus productos y poder fomentar el cambio de las dinámicas de consumo que existen actualmente en la sociedad”. Y lo cierto es que muy pronto la asociación estaba distribuyendo alimentos ecológicos, de temporada y de proximidad a los comedores de las Escuelas Infantiles Municipales. Es decir: desarrollando los programas de la Estrategia.

3. Un desarrollo que corresponde a la Concejalía de Medio Ambiente y DS. Pero sobre el que, por nuestra parte, y como gestores del patrimonio municipal del suelo, debemos contribuir, al menos en lo que se refiere al banco de tierras. Para lo cual, probablemente el mejor suelo sea el del meandro del Soto de Medinilla. Unos terrenos de casi 60 has., situados a una altitud de 686 m., que son propiedad del Ayuntamiento de Valladolid. Tienen singular valor ecológico, agrario y paisajístico. Incluso histórico (se encuentran junto a la parcela origen del primer asentamiento vacceo). Y que muy bien podrían destinarse a la puesta en marcha de ese banco de tierras. Pues todo en el planeamiento general de ordenación urbana parece dirigirse a ese objetivo. (Abajo: fragmento de los planos de ordenación del PGOU 2020 referidos al Soto de Medinilla).

Clasificados esos suelos como rústicos, declarados de protección natural de cauces y riberas (SR-PN-cr), de singular valor ecológico, forman parte de los sistemas generales de la ciudad. Para ellos el nuevo PGOU prevé el mantenimiento del uso agrario (en regadío), el incremento del uso de huertas y frutales, las actuaciones de mejora del mosaico vegetal (formado por esas huertas, sotos, cultivos y bosque de ribera), mediante, por ejemplo, el incremento del arbolado de lindes. Poseen una rica comunidad biológica (avifauna y mamíferos como la nutria), que también debe protegerse. Pero que incluso podría plantearse en ellos (según el art. 198.5) el fomento de “experiencias innovadoras de desarrollo agropecuario y ordenación territorial basadas en el impulso de la agricultura ecológica”. Todo, repito, en el PGOU, indica que son los suelos idóneos para la puesta en marcha del naco de tierras, que más adelante podrían incrementarse en otros ámbitos.

(Arriba: fosos de Google Earth de la zona, junto al mapa de propiedades municipales. Imagen inicial del post: Una foto aérea de los suelos agrícolas del Soto de Medinilla, procedente del blog de Jesús Anta, Valladolid, la mirada curiosa, 1 de junio de 2020).

 

 


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