Blog de Manuel Saravia

Encuadernaciones

Lo sé, no me lo digan. Relacionar “libro” con “libre” es como una broma. Pero no puedo evitarlo. Allá va: los libros nos hacen libres. Nos dan la libertad. Y ya puestos, si me lo permiten, asociaría libro con liebre. Nosotros somos galgos, y los libros son las liebres que nos hacen correr y correr. Ya: es una broma. Pero lo cierto es que en los libros se encierran los materiales más explosivos, las bombas más incendiarias de la sociedad. Su fuerza es impresionante. Saltan sobre nosotros. Son tigres de Bengala. Mas, como ellos, ¿estarán en peligro de extinción?

No sé. Pero creo que no. Por de pronto son adictivos y parecen imprescindibles. Quien los prueba no puede pasar sin ellos. Porque te ordenan lo que tantas veces has sentido sin llegar a formularlo bien. Porque encuentras en ellos opiniones y argumentos que no se te habían ocurrido nunca. Descubres nuevos puntos de vista que jamás habías considerado. O refutan lo que ya pensabas: maldición. O complementan lo que ya sabías: gracias. Porque te abren nuevas vías. Porque te permiten crear un mundo solo para ti: te ayudan a construir tu mundo propio. Porque (qué descanso) te encierran en una burbuja cuando los lees.

Te ofrecen magníficas rutinas. Habituarse a leer a determinadas horas es maravilloso, y si te acostumbras cuesta prescindir de ese momento. Te complace, te ayuda a crear tu hábitat. Porque no vives sobre un suelo de losetas, sino que levantas tu propia casa con lo que sientes y piensas. El libro te da momentos agradables y te impulsa a entrar en conversación con otras personas, hayan leído o no lo mismo que tú. Frente al cine te permite volar más y volver atrás, recrearte, elegir el momento, el ritmo, la fragmentación. Cuando los libros son largos, sus historias las sigues durante bastantes días como una peregrinación.

Por una parte estás deseando que se acaben, pero cuando lo hacen te da pena. Hay quien, en los libros de relatos, se guarda alguno sin leer: como los niños con las golosinas, lo dejan en reserva para gozarlo más adelante. Y cuando hay un libro muy bueno que todavía no has leído te alegras mucho de no haberlo consumido antes. Pero si ya lo habías leído… releer es un placer, es muy agradable reencontrarse con lo que tanto te gustó hace tiempo. Acumulación. Porque además, en los libros que relees siempre encuentras algo más, reparas en cosas que no habías valorado. Los lees una y otra vez y siempre, repito, encuentras algo más.

Se ha dicho (Savater), que los libros son como el sexo: placenteros y que sirven para la reproducción de la especie. Que pueden llevar a diversas recompensas subjetivas, pero que en sí mismo leer “tiene como recompensa natural la reproducción de la especie”. Como el pan, los libros complementan muy bien a todos los demás alimentos culturales (una exposición, una película, un relato, una conversación). A veces tienen un camino de ida y otro de vuelta. En ocasiones vas del libro a la experiencia y otras veces al contrario. Buscas un libro para experimentar o para confirmar algo que ya conoces. Y siempre unos libros te llevan a otros, en una rueda interminable. Se citan unos a otros, quieran o no quieran. Te llevan a otro lugar, a otra persona, a otro libro. Porque los libros son google antes de google. Y también después de google. Pues leer y escribir son los dos polos más interactivos de las artes humanas.

Además de todo, los libros le atraen en las estanterías de la tienda. Y se te va la vista hacia la encuadernación. O a los títulos (cuántos libros se habrán comprado solo por un buen título). Los libros que te han gustado, cuánto te gusta verlos en las estanterías de casa. Cómo te reconforta. Pues son como los buenos amigos: su proximidad arropa. No sé. No creo que haya libro malo. Por eso pienso que suscribiría con gusto la bronca de Carlyle a esa dama arrogante que consideraba como palabrería insustancial las publicaciones de los enciclopedistas. “¿Ve usted esos libros, señora mía? Pues la segunda edición de cada uno de ellos se encuadernó con la piel de los que se habían burlado de la primera”. Bien dicho.

(Imagen: libros de poesía encuadernados con piel humana. Ver: https://www.youtube.com/watch?v=LxsI9PPw0yg. Gracias a R. Ibañes por sus comentarios).

 

 

 


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