Blog de Manuel Saravia

Las aceñas y la ciudad con 4 ríos

(Hilo 36)

1. Ciudades con río. No puede admitirse fácilmente: “de espaldas al río”. ¿Cómo se puede decir de una ciudad que ha encontrado su razón de ser en los ríos que la recorren? Si no tiene miradores, ¿ya está de espaldas? No. Valladolid se fundó por sus ríos y vive de ellos. En una relación cambiante, a veces difícil, siempre conflictiva. Pero nunca de espaldas. En la memoria del PGOU de 1996 se decía: “Ya se vuelquen hacia las aguas, ya se nieguen a ello, las ciudades con río viven siempre bajo su influencia directa. Las riberas son señales de algo que no son ellas, de algo situado en un interior ignorado. En las riberas se concentra la máxima tensión simbólica: el agua frente a la tierra, lo llano y húmedo frente a lo quebrado y seco; lo blando frente a lo duro, lo arraigado frente a lo desarraigado; lo que discurre frente a lo que permanece; la casa y el árbol frente a la barca”. Y se abogaba por “reconstruir sentimentalmente sus riberas”.

La literatura que estudia las “ciudades con río”, las relaciones urbano-fluviales, es amplísima. Basten dos muestras. Por un lado, el libro de De la Cal y Pellicer sobre Zaragoza (Ríos y Ciudades, 2002), con amplia bibliografía. Por otro, la información del “primer Congreso Internacional de Ríos Urbanos para recuperar el agua como elemento fundacional de las ciudades”. Pero no hace falta revisar la teoría, y podemos ir a los ejemplos prácticos. Y ahí me permito traer a colación el río Garona a su paso por Burdeos.

Benet decía (en una cita memorable) lo siguiente: “Tal vez la imagen más agradable y unánimemente aceptada de la gran ciudad europea sea esa perspectiva de puentes sobre el gran río que, como si fuera posterior a ellos, va ciñéndose a los docks y los quais para respetar una topografía definida por torres, agujas, cúpulas y fachadas”. Y es verdad. A Burdeos le basta cualquier imagen nocturna (con el reflejo en el agua de las luminarias) del puente de piedra y la catedral gótica de Saint André para sugerir lo bueno de la gran ciudad. ¿Y Valladolid?

2. Planificar las riberas de Valladolid. El Pisuerga. Valladolid no solo cuenta con un gran río. Se nutre de otros tres, junto a una notable red de canales y acequias que la estructuran. Aunque en la moción presentada en el pasado mes de octubre se pedía “hacer un plan” del tipo que fuera, o “un plan estratégico” de los ríos, lo cierto es que las riberas están bien ordenadas. El nuevo Plan General de Ordenación Urbana (PGOU) de 2020 establece con precisión las características de las riberas del Pisuerga, Esgueva, Duero y Adaja (en el paso de todos ellos por Valladolid), además de los bordes de los canales de Castilla y Duero, y el tratamiento del sistema de acequias (dominando sobre todas ellas la conocida como “Acequia de Valladolid”).

En el caso del Pisuerga se cuenta con un Plan Especial (redactado por Prointec), aprobado en 2005, donde se analizan suficientemente (dividido el estudio en 22 tramos) las condiciones físicas, la vegetación y la fauna, las infraestructuras, los restos arqueológicos e históricos y los demás elementos construidos. Y se propone un conjunto de actuaciones de carácter general (relativas al mantenimiento del bosque de ribera, la regeneración y ampliación de las bandas vegetales, los parques corredor, etc.), actuaciones singulares (como el centro de recursos y de interpretación, diversos equipamientos, recintos al aire libre y otros), y “actuaciones singulares no vinculantes” (un club de deportes náuticos, un pabellón de hielo, etc.). Hay que recordar que el estudio económico prevé una inversión de más de 30 millones de euros, de los que en los años siguientes no se ejecutó prácticamente nada. Pero que además estaba notablemente infravalorado. En todo caso, la ordenación prevista en ese plan especial se ha incorporado al vigente PGOU, tanto en planos como en normativa (art. 132 y ss.).

Es significativo todo lo que se refiere a la obtención de suelo para ampliar las bandas verdes a ambos lados. En principio cada tramo del río se resuelve por gestión urbanística. Casi todos ellos están adscritos a algún sector de suelo urbano no consolidado o urbanizable, con lo que la ampliación se conseguirá sin coste alguno para el Ayuntamiento. Uno de los elementos a obtener es precisamente el que está junto al Colegio del Lourdes, al que se refirió el portavoz de Ciudadanos en el Pleno citado. De manera que las riberas del Pisuerga están planificadas.

Y cuidadas. El pasado año se mejoró el alumbrado de la margen izquierda, el embarcadero del Soto, la demolición de una construcción en ruinas en Sta. Ana o la mejora de los jardines de las Moreras. Se está redactando el proyecto de consolidación de taludes en la zona de la Alcoholera y el proyecto de paseo en el entorno del Duque de Lerma, entre otros. Y se ha acordado (en el pleno de octubre repetido) instalar un recuerdo al buzo que se sumergió el 2 agosto de 1602 en las aguas del Pisuerga. Aparte de la decisión de que el Ayuntamiento se presente (a través de la Concejalía de Medio Ambiente) a las subvenciones de la Fundación Biodiversidad para “renaturalizar” el entorno.

3. Otros ríos y cauces. La relación de la ciudad con el Esgueva (o la Esgueva, como prefieren decir otros) ha sido intensísima. También ha contado (hace ya tiempo) con un plan especial, si bien fue objeto de un fuerte debate, ya que lo que se proponía en principio no eran los paseos y carriles actuales, sino vías para el tráfico rodado intenso en ambas márgenes. Afortunadamente se modificaron tales pautas. Un reciente libro es expresivo, desde el título, de la conflictiva relación: Valladolid y el río Esgueva. Una historia de encuentros y desencuentros (Ayuntamiento, 2019), que empieza con el texto de Góngora: “¿Qué lleva el señor Esgueva? Yo os diré lo que lleva”. Y lo malo es que lo dice. En el libro se da cuenta de toda la historia del río. Por supuesto de los bordes, los puentes, los molinos. Pero también del proyecto y ejecución del desvío de Uhagón, los rellenos y la nueva desembocadura. En relación con el viejo trazado hay que recordar que se ha realizado un proyecto de recuperación de las bóvedas de algunos tramos del antiguo recorrido.

Respecto al Canal de Castilla se está en trámites de reordenar la dársena, si bien se han ejecutado actuaciones notables en los bordes del sector 5 (Avda. de Burgos). Y respecto al Duero, recordemos que el tratamiento que se da en el PGOU es el de espacios de ribera de carácter rústico (excepto algunas unidades de actuación en Puente Duero). Y por último, citemos también el breve contacto con el Adaja, que se ha tratado al actuar en la reordenación del sector Doctrinos.

4. Los puentes. Durante siglos solo se contó con el puente romano de Puente Duero y el Mayor en el Pisuerga (aparte de los múltiples del Esgueva). Luego el Colgante. Después, en los 50 y 60, los de Poniente, Miguel Ángel Blanco, Adolfo Suárez y Arturo Eyríes. Y luego, en las últimas décadas, el resto de puentes y pasarelas (hasta 11 de los primeros y 2 de las segundas). Comentaré tres actuaciones en los dos históricos, otra más en el de Poniente y por último, en el de Sta. Teresa. En el puente Mayor se actuó en 2017 para ampliar las aceras y mejorar la seguridad. Hubo polémica (aunque, desde mi punto de vista, con críticas equivocadas: por ejemplo, respecto a la barrera de seguridad que los ingenieros exigieron, en cumplimiento de la normativa de seguridad vial. Las voces críticas se oponen a la ley?). Pero lo cierto es que nada de lo que se hizo afecta a los elementos históricos. Y la verdad también es que el tránsito peatonal mejoró radicalmente: ¿se acuerdan cómo estaba?

Sobre el puente Colgante (ya, ya: falso colgante, parece que hay que decirlo siempre), aparte de las reparaciones y repintados periódicos, se ha encargado un proyecto de recuperación integral, que verá la luz el próximo año. Sobre el puente del Poniente hay que recordar que con el proyecto ejecutado en 2017 se ganó espacio para los peatones. Y en el de Sta. Teresa se ha venido actuando constantemente para reponer los daños que, sin pausa, se vienen produciendo desde su inauguración. Y el puente de la Hispanidad también es objeto de reparaciones y mantenimiento. Hay que recordar que sobre los dos puentes históricos de Valladolid (Mayor y Colgante) se pidió en abril de 2019 su declaración como BIC. A lo que la Junta, a esta fecha, no ha contestado. El dossier presentado es muy completo y muy ilustrativo de la conveniencia de tal declaración. Pero nada se ha contestado. Y también se puede hablar de los puentes del Esgueva, como el de las Carnicerías (rescatado en la Bajada de la Libertad), o el “puente rojo” del ferrocarril, en el que actualmente se proyecta la incorporación de una vía más.

5. El patrimonio histórico. Las aceñas del Pisuerga. Al otro lado de la ciudad histórica, en la margen derecha, está el palacio de la Ribera. Donde también estuvo el ingenio de Zubiaurre. En las riberas hay bastantes restos de construcciones de los últimos ocho siglos (hace poco los Amigos del Pisuerga, tan activos siempre, han advertido sobre el muro de piedra junto a la Alcoholera). Pero uno de los más característicos es, sin duda, el de las aceñas del Pisuerga. Y también aquí se ha actuado en los últimos años. Concretamente, en el verano de 2019 se efectuaron los primeros trabajos de limpieza (habían sufrido un grave deterioro, por el abandono de muchos años) y estudio arqueológico (efectuado por Patrimonio Inteligente, con los arqueólogos Arturo Bolado y Ana Martínez). Son los primeros restos del patrimonio industrial de la ciudad, que de forma conjunta con el azud y la pesquera permitían la obtención de energía, confección de tejidos, molienda del cereal y acuicultura, “y son testigos del desarrollo de la actividad humana en el río Pisuerga a lo largo de la historia”.

Estos molinos, formados por tres construcciones unidas entre sí y con las Moreras a través de un puentecillo, datan, inicialmente, del siglo XIII. Y aparecen reflejados en el fondo del retrato de la infanta Ana de Austria (s. XVII). Actualmente está en preparación el contrato de “consolidación, protección y puesta en valor” de tales restos, que conllevará la realización previa del proyecto que lo organice. El objetivo es triple: consolidación de los restos, construcción de un dique que mitigue los daños producidos por las aguas e incorporación de elementos de información y divulgación de los valores patrimoniales.

6. Los próximos meses. Está claro que sobre los ríos de la ciudad de Valladolid hay proyecto, visión de conjunto, e interés por su cuidado. Tanto en las riberas (y su ampliación prevista en el PGOU), como en los elementos (embarcaderos, alumbrado, paseos), en los puentes también se ha actuado en los últimos años, cuidando todo el sistema fluvial que atraviesa la ciudad. Valladolid se ha librado de proceso de «regularización» y canalización progresiva de los cauces que ha degradado algunos cursos en las últimas décadas. Solo el muro de la Rosaleda tiene ese carácter (se construyó para moderar el impacto de las crecidas). Hasta los años 60 Valladolid fue ciudad “de una sola margen” (como Burdeos, que antes citamos, que hasta la década de 1960 solo contaba con el puente de piedra). Los dos tipos de estrategias básicas (construcción de elementos lineales, parques fluviales y corredores verdes, por un lado; y actuaciones arquitectónicas en tramos, con apertura de espacios hacia el río, tratamiento de frentes en algunos tramos, de la edificación, etc., por otro) están en marcha en Valladolid. De hecho se cita en algunos textos el caso del Museo de la Ciencia de Valladolid como elemento estratégico “de gran eficacia en la recomposición de las relaciones urbano-fluviales”. El compromiso que tenemos es el de continuar con el cuidado de ese sistema urbano-fluvial, en el seguimiento de los planes en marcha. Y llevar a cabo en los próximos meses el proyecto de las aceñas, y la ejecución de la obra.

(Foto del encabezamiento: procedente de https://jesusantaroca.wordpress.com/tag/acenas)


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