Blog de Manuel Saravia

Lo sentimos, Gabarrón, no es tu día

Ni tu año. Estábamos acostumbrados a la presencia de un número considerable de obras tuyas, esculturas o intervenciones en muchas áreas de la ciudad, y una notable secuencia de actividades y premios (The Gabarron desde 2002: Michelle Bachelet, Ernesto Zedillo, Cavadas, Richard Rogers, Siza, Trueba, Garrigues, Meier, Marsé, Arrabal, Barea, Touraine, ¡Yoko Ono!, Richard Serra, Margarita Salas, Cabrera, Zidane, Vargas Llosa, Samaranch… menudo elenco). Pero el desembarco de la magna exposición que se está instalando en Valladolid (plaza de San Pablo, calle Jorge Guillén, Museo Patio Herreriano…) ha desbordado todas las expectativas. Desde el Grupo Municipal de Valladolid Toma la Palabra no vamos a entrar a valorar la calidad artística de tus obras ni entrar en lo que se dice de tus maniobras políticas. No. No lo vamos a hacer. Pero queremos destacar en este momento tres cosas.

La primera, que lo que se plantea no tiene mucho sentido de la medida. No ha habido ningún homenaje semejante a ningún artista plástico de Valladolid en las últimas décadas. De verdad: es demasiado. Una exposición “normal” quizá hubiese estado bien. Pero esta desmesura es… una desmesura. Y así se lo expresamos María Sánchez y yo a Óscar Puente y Ana Redondo hace unas semanas. En política también hay que tener en cuenta no solo lo que puede dar de positivo una determinada acción, sino también los apoyos que quita y el descrédito que supone … que tiene que haber una proporcionalidad en la acción de gobierno, en ese sentido.

Lo segundo: Vincular tu cumpleaños al aniversario de los derechos humanos no tiene sentido. Qué quieres que te digamos. Hay muchísima gente que nació en 1948 (o en 1945, cuando tú quieras) que, de verdad, te lo aseguramos, ha hecho muchísimo por los derechos humanos, incluso, quizá, más que tú, y que no se le homenajea en absoluto. No vale. En serio. No vale. Por favor, no aproveches cualquier cosa para engrandecer tu destino. Por favor. Un poco (un mínimo) de sentido.

Y lo tercero. El gerente de un museo no es Luis XIV. No puede hacer lo que le dé la gana. Para nada. Sino que ha de cumplir un programa museístico (negociable, sin duda, pero con sentido) al que se debe. Porque un museo no es una carcasa para llenar de lo que sea. Un museo no es nada sin su programa. Que puede (y debe) exponerse al responsable político. Que debe (y puede) hablarse y tener sentido cultural. Que debe aprobarse. La programación cultural es lo que tiene: que ha de tener sentido (¿cuántas veces habré dicho la palabra «sentido» en este post?). Y un museo no es simplemente un contenedor de lo que sea. Un museo sin su programa no es nada. Es cero.

Por todo ello, a pesar de la exposición (rarísima, de verdad; enormemente extraña), creemos que éste no va a ser tu año. Nunca ha sido la crítica hacia ti tan encarnizada. Pero pensamos que el 24 tampoco será tu día. Seguramente será un día triste. Porque, pase lo que pase, ya has perdido. Lo que podía haber sido (con mesura, sentido y razón) una exposición amable y sensata, se ha acabado convirtiendo en un contrahomenaje. De verdad que lo sentimos.

(Imagen del encabezamiento: procedente de El Norte de Castilla).

 


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