Blog de Manuel Saravia

Placas, honores y responsabilidades

Impactado, realmente impactado. No sé por qué, pero me he acercado a leer la placa colocada en el pedestal de San Pedro Regalado, en una rinconada de la plazuela del Salvador. Está el santo ahí arriba, de pie sobre un pedestal cilíndrico de cierta potencia. Y en lugar preferente, para que todos la lean bien, una placa con tres nombres: el del santo, el del autor de la escultura… y el del alcalde de la ciudad. El nombre del primero, con letras de buen tamaño; el del escultor algo más pequeño; y el del alcalde, lleno de “Excmo. Sr. D.” (el escultor, Miguel García Delgado, no tiene tratamiento alguno, ni siquiera Don) y acompañado de una enorme firma que se hace con el espacio vacío que podía quedar hasta el nombre del santo. ¿Por qué firma el alcalde?: no se sabe. ¿Está la firma del autor?: no. ¿La del santo?: tampoco. Insisto: ¿por qué firma el alcalde?

La cosa no pasaría de la anécdota graciosa si no fuese expresiva de algo menos divertido. Todos sabemos que la ciudad se ha ido llenando, desde hace 17 años, de placas con el nombre del alcalde León de la Riva. La verdad es que en esto Rodríguez Bolaños era mucho más moderado, no cabe duda. Pero lo llamativo del primero es que en muchos lugares figura únicamente su nombre, y no aparece ni rastro de los autores del hecho que lleva a la placa. Lo cual se quedaría, ya digo, en el comentario irónico si no hubiésemos leído en estos días, una y otra vez, los descargos del alcalde cuando puede asomar en el horizonte algún problema judicial: han sido los técnicos, dice una y otra vez; yo siempre he firmado con el informe previo de algún técnico, repite.

Vaya: los honores son suyos, las responsabilidades para los demás. ¿Por qué los técnicos, si son tan importantes, no están en las placas?

(Foto: wikimedia)


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