Blog de Manuel Saravia

Pruden

Suena el despertador. Pronto vendrá la auxiliar de “ayuda a domicilio”. Pruden habla por teléfono. “Sí, hija. Te vuelves torpe, muy torpe. Ya no puedes hacer casi nada sin ayuda. Pero viene la muchacha. No me puedo meter en la bañera y ella me ducha. Me arregla los pies, todo me lo hace. Y estoy muy contenta. Viene tres o cuatro veces a la semana y también me ayuda con la compra. Y con las medicinas. Y me acompaña al médico, tarde lo que tarde. Me espera lo que haga falta. Me pone la lavadora y tiende la ropa. Yo hace tiempo que no alcanzo a las cuerdas. Estoy muy torpe. Me duelen los brazos. Pero entonces ella lo tiende, lo cuelga, lo recoge. Antes me ayudaba una vecina. Pero siempre está muy ocupada. Están sus hijos, su casa. Su madre vive con ella y no está bien. La tiene que cuidar. Muchas veces me da apuro llamarla. Pero lo peor es la soledad. Días enteros sin hablar con nadie. Por eso estoy muy contenta con la muchacha. Porque yo vivo sola, hija. Sola. Ésa es la cosa, estar sola. Eso es lo peor. Cuando viene es una alegría, ese poquito rato que está aquí. Cuando llega y me dice: ‘Buenos días, Pruden; ¿qué quieres que haga?’, casi lo de menos es lo que hace. Lo que me gusta es oír su voz”.

La soledad. ¿Para qué la ciudad, si no da compañía? Cuenta Atxaga cómo descubrió la mejor definición de la soledad cuando un anciano, viudo y sin familia, le exclamó: “¡Pero, cómo! ¿No tienes despertador?”, y fue a buscarle rápidamente uno grande y hermoso. Poniéndoselo en las manos, le dijo: “¡Amigo, cómprate un despertador! ¿No ves que hace mucha compañía?’ Pensé entonces –dice Atxaga- en la definición: ‘Soledad: situación en la que hasta el tic-tac de un reloj se convierte en compañía. Sentimiento de quienes se hallan en tal circunstancia”.

Le gusta a Pruden sentarse en el balcón cuando el sol lo templa. Es cierto: a la gente mayor le gustan los lugares soleados. Los lugares cálidos. O que parezcan cálidos. Algunos psicólogos han demostrado que el estado de ánimo afecta a la percepción de la temperatura. Ya lo sabíamos: la soledad produce frío. Este año se ha recortado en Valladolid de la “ayuda a domicilio” (esos ratos de compañía) una cantidad estimada en unos 250.000 euros. El coste anual de mantenimiento de esas plateadas plataformas de contenedores soterrados con que se ha poblado el centro de la ciudad asciende prácticamente a esa misma cifra. Desde que a Pruden se lo comentaron no puede evitar verlos como los lugares más fríos. Más que contenedores, congeladores. (Nota: La larga cita inicial procede de testimonios de youtube, con algún ajuste).


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