Blog de Manuel Saravia

Respondiendo ante el Mapa del miedo

(Hilo 15)

1. En 2004 se elaboró (por GITE-IPES) un instrumento pensado para mejorar la seguridad en las calles de la ciudad de Bilbao, denominado “Mapa de la Ciudad Prohibida para las Mujeres”. Posteriormente, en 2010, el Consejo de las Mujeres de Bilbao por la Igualdad lo retomó, al considerar que podía contribuir a “mejorar la movilidad y sensación de libertad de las mujeres en los distintos barrios de Bilbao”. Se consideraba que podía “ayudar a reorganizar el urbanismo de forma conjunta entre ciudadanía y profesionales, intentando construir ciudades más seguras y amables para mujeres y hombres”.

Al plantear el marco teórico se habló de “un urbanismo con perspectiva de género” (una terminología que, por cierto, al Grupo Municipal Popular de Valladolid le parecía “caduca”, y que únicamente atendía a “un debate nominal». Pero seguimos). Señalaban los principales aspectos relacionados con la sensación de inseguridad. El principal, sin duda, “la falta de iluminación o una iluminación inadecuada, que genera espacios oscuros o sombras”. Es decir: farolas demasiado altas, la existencia de recovecos, escondites o esquinas; que se pueden dar en soportales, entradas de garajes, vegetación, accesos a pasos subterráneos, escaleras en zigzag, etc. Además, “un mantenimiento adecuado del entorno y del mobiliario urbano repercute en una mayor sensación de seguridad en las mujeres. Muchos lugares señalados como inseguros se perciben así porque son zonas en las que las paredes están llenas de grafitis, el mobiliario urbano deteriorado, la vegetación demasiado crecida o hay suciedad”.

Hablaban también del impacto de las obras o de “espacios poco transitados donde no hay establecimientos de ningún tipo o las viviendas no se encuentran cerca”: lugares que las mujeres intentan evitar. “Puede tratarse de parques o zonas ajardinadas, pero en algunos barrios se trata simplemente de calles en las que los negocios están en lonjas, sin escaparate, calles en las que no hay más que viviendas o entradas a garajes, aparcamientos alejados de las viviendas, paradas de autobús, etc. Por este motivo, muchas mujeres han subrayado la importancia de fomentar el pequeño comercio y diversificar el uso de los espacios en los barrios para impulsar la actividad y que no haya zonas en la ciudad que se quedan completamente vacías en cuanto oscurece”. La idea de “recuperar la vida social, de barrio, ha sido una preocupación recurrente”. Si bien, se decía, “a pesar de los aspectos mencionados, la mayoría de las mujeres afirman sentirse seguras en sus barrios, sobre todo las que más años llevan viviendo en los mismos. Dicen transitar por las calles sin excesivas limitaciones, más allá de las precauciones elementales”.

(Abajo, varias imágenes del Mapa de Bilbao, con el esquema de «recomendaciones que habitualmente se utilizan en este tipo de estudios sobre seguridad y diseño urbanístico», y una imagen del debate de la zona de Begoña).

2. Tras la iniciativa de Bilbao, en el Plan de Igualdad de Valladolid de 2008 se proponía la elaboración de un trabajo parecido. Y un tiempo después Antonio G. Encinas publicó un artículo en El Norte de Castilla en el que se recogía esta inquietud. Algo que ya se planteaba, décadas atrás, en los textos de diseño urbano, pero que ahora había cobrado actualidad. Tras el artículo citado y el propósito municipal de incluir la perspectiva de género en el planeamiento urbanístico se inició en Valladolid la elaboración de un mapa de riesgos de los espacios urbanos, que se denominó “Mapa del Miedo«. Para su redacción se solicitó la colaboración de la Policía Municipal, que indicó, para los distintos distritos, datos sobre zonas mal iluminadas, parques y jardines, calles peatonales, soportales, pasos inferiores y puentes, etc. por los que las mujeres tenían un sentimiento de alerta constante o miedo si caminaban solas de noche.

Valladolid es una ciudad segura, sin duda. Pero el miedo se refiere a la sensación de inseguridad inconsciente y subjetiva, que no necesariamente responde a un riesgo real y objetivo. Para la elaboración del mapa se generaron unos planos en formato pdf que se podían descargar desde el PortalGIS del Ayuntamiento. Y a partir de ahí se puso en marcha una consulta, que contestaron varios centenares de mujeres. Posteriormente, el 25 de noviembre de 2019 se abrió una exposición en el Museo Patio Herreriano, formada por un conjunto de mapas en los que se muestran los lugares aludidos. Entre tanto, en la Concejalía de Urbanismo se estaba procediendo a la revisión del Plan General de Ordenación Urbana (PGOU), en el que por primera vez se aplicaba en nuestra ciudad la perspectiva de género en el planeamiento.

No está de más recordar algunos testimonios o comentarios sobre este tipo de espacios («del miedo»), que se publicaron en El Norte de Castilla los días 6 y 8 de mayo de 2018; y que son bastante ilustrativos. Se decía que en el Mapa debería incluirse “cualquier calle o zona estrecha, oscura, aislada, poco transitada o solitaria, sin viviendas, con pocos locales comerciales abiertos y sobre todo por la noche”. Porque “cruzar parques, o entrar a pasear o a estar en noches calurosas de verano, sobre todo si son amplios y frondosos y están aislados de las calles, como el Parque de La Paz, Canterac, Rondilla o Campo Grande”, asusta.

Se citaban también algunas calles (muchas, ciertamente) que se consideraban especialmente inquietantes. Como Mantería (“Parece una tontería, pero no tienes escapatoria, no hay bares donde meterte y he vivido situaciones jodidas”). O Rúa Oscura (“Es como un túnel. Como su nombre indica, oscura, como un escondite lleno de sombras”). Incluso plazas, como la de Santa Cruz (“La experiencia de caminar por plazas abiertas con suelo de piedra en una noche oscura y vacía, caminado con tacones cuyo sonido reverbera en el aire es también estremecedor para una mujer”). Por supuesto, también se citaban los túneles: “Un espacio trampa es el túnel de las Delicias, porque tiene tres accesos diferentes y da la sensación de que te pueden emboscar si pasas sola por la noche”.

(Abajo: el Mapa del miedo de Valladolid, por zonas. Y las fotos de Rúa Oscura y la de la inauguración de la exposición en el Patio Herreriano).

3. Posteriormente muchas otras ciudades han elaborado documentos similares. Pamplona, donde ocupan los primeros lugares una calle (calle Vuelta del Castillo) y un parque (parque de la Ciudadela). En Murcia, Cartagena y Lorca. En algunos municipios del Vallés. En Granada, donde se plasmaron no los miedos, sino las agresiones (“los puntos negros de la ciudad en los que alguna mujer había recibido algún tipo de acoso”). Los resultados, en este último caso, fueron reveladores: «no había zona de Granada que se librase de haber registrado algún tipo de acoso hacia la mujer”. Y se intensificaba en algunos espacios, como las calles peatonales del Centro.

En Zamora la artista Sara Tapia, en colaboración con el Movimiento Feminista Trece Rosas, elaboró su mapa. Algunas respuestas de la encuesta que se hizo eran previsibles: ¿Cuándo sienten miedo? Por la noche y cuando están solas. ¿Por dónde? Sobre todo por las zonas «verdes, oscuras y aisladas» como los parques y jardines con escasa iluminación como las riberas del río Duero y los parques. El mapa del miedo de Málaga “empieza por el Jardín de los Monos”. En Pontevedra también se quisieron geolocalizar los testimonios de mujeres que habían sufrido agresiones sexuales en calles. Se hicieron mapas en Cáceres, en Segovia, en Marbella (en este caso indicando zonas “no vinculadas a delitos, sino a la sensación subjetiva de inseguridad”. O Vitoria (donde también se planteó la revisión del PGOU “en clave de igualdad”). A Coruña, y muchas ciudades más.

(Abajo, el Mapa de Zamora, los estudiantes que elaboraron el de Pamplona, un espacio de Murcia, otro de Segovia, de Granada, Marbella y Vitoria. Y el Mapa de Pontevedra).

4. ¿Qué hacer desde la Concejalía de Planeamiento? En Bilbao vuelven a marcar la pauta. Previsible, es cierto. Pero que está bien recordar. Nos dicen que “más del 70% de los puntos identificados en el MCP se refieren a actuaciones para mejorar la iluminación, jardinería y limpieza”. En algún caso se propone no ya aumentar, sino “corregir la iluminación de las aceras sobre la de las calzadas”. En otros casos se trata de “eliminar barreras arquitectónicas y comunicar unos barrios con otros con vías amables”. Por último, “impulsar la creación de corazones de barrio que generen vida y actividad en los mismos”.

En El Norte se aludía a la ciudad de Viena, donde “en las inmediaciones de una escuela primaria se programó un semáforo con un botón para peatones para verde inmediato”. Y “se ensancharon aceras, se instalaron rampas para sillas y se mejoró la iluminación en 23 lugares, además de rediseñarse tres plazas”. Pero la verdad es que las actuaciones que se plantean son muy parecidas en todos los lugares. Y que el compromiso razonable en este tema sería, para nuestra Concejalía, de seguimiento del Mapa, promoviendo actuaciones de mejora, que puedan irse planteando (aunque su desarrollo debería llevarse a cabo por otras concejalías que tienen las competencias, es cierto).

(Imagen del encabezamiento. “Dos mujeres caminan por la calle Mantería de noche”. Foto de Rodrigo Jiménez publicada en El Norte de Castilla del 6 de mayo de 2018).

 


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