Blog de Manuel Saravia

Una hoguera en la plaza

La fiesta reclama el baile: ¿alguien lo duda? La música, la noche. El banquete y la bebida. Pero también el fuego. Bataille decía que se parece a «un incendio ilimitado” que “irradia calor y luz, inflama y ciega, y aquel a quien inflama y ciega, a su vez, súbitamente, inflama y ciega” a los demás. Contagia, prende. Por eso Efraín Bartolomé consideraba a las fiestas como “trozos de sol”. Que reúnen a la gente y la impulsa, todos juntos, hacia “un abrasamiento”. Fuego, siempre fuego. Ardiente fuego.

No solo en San Juan. Ni solo en la playa. Para la fiesta se necesitan espacios abiertos, corros (“espacios que incluyen”), plazas. Terrenos despejados donde reunirse y bailar. Por eso decimos que hay que conseguir que las plazas centrales de cada barrio cuenten con una superficie libre para desplegar en ellas todas las artes de la fiesta. Y lo hemos dicho, concretamente, de la plaza del Carmen, en las Delicias.

En el curioso libro de Luis de Frutos (Nuevas crónicas documentadas del Barrio de las Delicias, Elefantus Books, 2016) se cuenta en qué consistía la fiesta del Carmen (del 16 de julio) en las primeras décadas del siglo XX. La verdad es que la descripción es entrañable. Balcones engalanados con sábanas blancas, mantones y banderas. Vestidos de papel. Orquesta, carreras, la salve, fuegos artificiales… Y una gran hoguera en el centro de la plaza.

La urbanización de calles, plazas y carreteras, era entonces mucho más liviana que en la actualidad. Había muchas superficies de terriza, bordillos ligeros y bandas de asfalto, muy fáciles de ocupar para la fiesta. Que tenía un momento culminante. “La gente se arremolinaba en la Plaza del Carmen. Todo cuanto había ido reservándose a lo largo del año para esta ocasión se hallaba cuidadosamente dispuesto en una gigantesca pirámide. Arder en la hoguera de la plaza confería el orgullo de no terminar resultando un estorbo. Constituía el privilegio de ofrecer el pasado para iluminar la noche más larga del año”.

Hasta “los teólogos” parecían cada año más interesados en convencer a todos “de la necesidad de alumbrar la noche del espíritu con la ‘llama del amor”. Y “todo cuanto ardía” quedaba “en un silencio compartido”. Se formaba una inmensa hoguera que “no era para ser saltada”. Sino para iluminar la noche y «purificar» el alma. Según De Frutos la última hoguera que se realizó fue la de 1935. “Consumida la hoguera, la gente se desperdigaba por las calles”. Qué cosa más bonita.

(Imagen del encabezamiento: Una hoguera de San Juan en Galicia. Procedente de http://www.loquenuncaviste.com/el_misterio_de_la_noche_de_san_juan/. No he podido encontrar ninguna imagen de las hogueras del Carmen de las Delicias).

 

 


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