Blog de Manuel Saravia

Unos trasteros con vistas

Sucedió en 2000. Menudo año. Cambiábamos no de siglo, sino de milenio. El mundo se abría, generoso, ante nosotros. ¿Quién podría resistirse? Uno de los edificios más “emblemáticos” (vaya palabra) de Valladolid, el de Caja Duero, entre la Plaza de Zorrilla y las calles de Santiago y María de Molina, se “rehabilitaba”. Pero no voy a entrar ni en la historia, ni en el detalle de la historia, del desastre que fue todo aquello. Solo me fijaré en los áticos. Porque ayer se adoptó, por la Junta de Gobierno municipal, un nuevo acuerdo de esta “historia interminable”.

Lo han contado bien los medios de comunicación. Los antiguos propietarios de las viviendas que se construyeron arriba, en la 8ª planta, en sustitución de las carboneras (y, supuestamente, como rehabilitación de esas mismas carboneras) no han facilitado las cosas. El Ayuntamiento les abonó una indemnización por haber otorgado (ilegalmente) licencia de obras a esa curiosa rehabilitación (por la que las carboneras crecían y se acercaban a la plaza de Zorrilla, albergando no ya carbón, sino “vivienda”, “terraza” y “vistas”, preciosas vistas). Pero para poder registrar esa nueva adquisición municipal, muy bien pagada, por cierto, de los ahora denominados “trasteros”, de poco más de 2 m² cada uno (una joya), los anteriores propietarios no se han dignado aportar el certificado registral de que no hay carga alguna. ¿Es pedir mucho? Caramba.

Así las cosas, el Ayuntamiento, tan pesado como siempre, ha de ir a los tribunales para exigirlo. Qué le vamos a hacer: tiene que defender su patrimonio (que es de todos). Sé que de lo que tratamos ahora es poca cosa. Poco más que unos trasterillos pequeñísimos para guardar carbón. Precisamente ahora, cuando nadie guarda carbón. Pero, qué le vamos a hacer, tenemos que defenderlos. Aunque eso sí, nadie lo dude, no son cualquier trastero. Pues hablamos de unos trasteros con vistas. No es cosa menor. Como sabemos, hay quien se ha jugado su futuro por esas mismas vistas hacia la plaza, el Campo Grande, el infinito mismo. Pues se dice que, con un poco de esfuerzo, se acaba viendo el mar.

(Imagen del encabezamiento: planos de los trasteros iniciales y de los apartamentos que supuestamente los “rehabilitaban”. La foto es de G. Villamil en elnortedecastilla.es/20121004/local/).


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