Blog de Manuel Saravia

Valladolid protege

Notas de política económica para Valladolid (primer borrador)

Por supuesto, al plantear la política económica hay que hablar de la defensa de los ingresos municipales y sugerir ideas para mejorar la gestión. También, en nuestro caso, nos centraremos en proponer mucho más gasto social y menos gasto en urbanismo. Y un más estructurado orden institucional para aprovechar mejor las distintas actuaciones económicas. Pero sobre todo apuntaremos hacia la protección social. Ese es, en nuestro criterio, el aspecto fundamental que debe impregnar el diseño del presupuesto. El Ayuntamiento de la ciudad ha de dar juego a la acción económica del mercado, sin duda; pero debe insistir, sobre todo, en la máxima defensa de la protección social. Que no deriva de aquélla, ni tampoco es residual o minoritaria, como parecen sugerir las cifras de los presupuestos vigentes (bienestar social y empleo sólo suponen en Valladolid el 8% del total del presupuesto). Todo lo contrario. Se trata de un sector tan importante o más que el anterior.

Y esta preeminencia ha de quedar clara al diseñar la política económica. Cuando el gasto público social por habitante está en España a la cola de los quince países de la UE más próximos a nosotros por su desarrollo económico, la mayor parte de los partidos políticos continúan, sin embargo, obsesionados con sus recortes sociales. Cuando España es el país con menos empleados públicos de los quince (el 10% de la población adulta, frente al 25% de Suecia), se insiste en reducir aún más el número de empleos de los servicios públicos del Estado del bienestar. La cifra de desempleo es altísima: el 19% de la población activa. Pero es mayor aún la de la población empleada tiene miedo a perder el puesto de trabajo (el 46%). De manera que parece urgente incrementar de forma muy significativa las partidas sociales, y poner así de manifiesto que la ciudad es la expresión local del Estado del Bienestar. Es conveniente incluso actuar para crear empleo, por medio de empresas públicas, y dar mayor seguridad a toda la ciudadanía. Especialmente a la más desprotegida. (De ahí el título que hemos puesto a este texto: “Valladolid protege”). Este es el tema fundamental. Pero vayamos por orden.

La política económica municipal es instrumental. No tiene fines propios, sino que tiene que ver con la política social, cultural y urbanística que se definan. Y también con el funcionamiento de la propia administración. De política urbanística (incluyendo la territorial) algo hemos concretado ya; pero aún no de las políticas sociales, culturales y de la propia administración. Por eso las propuestas que ahora proponemos han de limitarse a una toma de posición general, que posteriormente se afinará. (Téngase en cuenta que ahora tratamos sólo de formar la estructura de la propuesta. Más adelante habrá que incorporar la mayor parte de lo planteado en el programa de IU Valladolid de 2007).

1. El Ayuntamiento no tiene competencia para desarrollar políticas económicas, hablando en sentido estricto. Es decir que no puede definir estrategias compuestas a través de leyes, regulaciones, subsidios o impuestos tendentes a unos fines o resultados económicos determinados. Aunque algo puede hacer, sin duda. Pues se le reconoce capacidad para el “fomento económico”, referido a asuntos tales como el diseño y planificación de programas de desarrollo económico, establecer estrategias locales de empleo, planificar iniciativas de promoción e imagen, iniciativas de fomento del comercio, captación de inversiones, gestión de uso del suelo industrial, promoción y asesoramiento empresarial, orientación e inserción laboral, políticas activas de formación y empleo y otras similares. Y, por supuesto, para organizar su propio presupuesto de ingresos y gastos.

2. Creo que pueden sintetizarse los temas de este capítulo en cuatro grandes grupos. Uno primero, referido a los ingresos y autonomía, es decir, a los condicionantes iniciales de la política municipal, determinados por la legislación; a definir el “campo de maniobra” que tenemos. Un segundo grupo se refiere al funcionamiento interno del propio Ayuntamiento. Pues la proliferación de departamentos u organismos, o su ausencia, la forma de funcionar, los mecanismos de control, las determinaciones sobre gastos y ahorro, etc., pueden derivar en gastos innecesarios o en la imposibilidad de atender correctamente a algunas de las competencias que tiene a su cargo.

El tercer grupo alude a la distribución del gasto entre los diferentes campos de actividad municipal. Creo que es útil y operativo distinguir tres políticas básicas, aparte de la económica y de la que podríamos denominar “interna” (presidencia, hacienda y función pública): la política social, la urbanística y la política cultural. Estas tres grandes entradas pueden comprender a todas las demás (los temas de movilidad, por ejemplo, formarían parte de los urbanísticos, lo mismo que los de suelo, infraestructuras o vivienda; los de deporte se incluirían entre los culturales, etc.). Y el cuarto grupo, por último, trataría de asuntos de organización. Es verdad que podrían incluirse dentro de las políticas sectoriales que hemos dicho, o también formar parte de la política interna. Pero considero que tienen suficiente entidad como para constituir un elemento diferenciado: con qué instituciones municipales se cuenta, cuáles convendría crear (si hiciera falta añadir alguna) y cuáles suprimir (si hubiese que hacerlo). Más, quizá, que por su propia importancia deben considerarse estos asuntos con entidad propia aunque sólo sea por el volumen que suelen ocupar en los programas municipales.

3. Algunos aspectos legales, y cuál es la postura de IU respecto a los ingresos, se comentaron en una entrada titulada precisamente “Notas sobre los ingresos”, y también en otra anterior (que igualmente trataba del segundo punto, de política interna del Ayuntamiento) titulada “La hacienda local de Valladolid”. Sobre el último grupo también hemos escrito una entrada, titulada “Demasiadas entidades, demasiado descoordinadas”. Pero el análisis detallado del tercero, fundamental, exige un estudio pormenorizado y más pausado (en elaboración). Exige analizar el presupuesto municipal de Valladolid, desglosando las partidas y contrastando el peso de cada grupo dentro del conjunto. Se han revisado los presupuestos y propuestas de algunas ciudades europeas (en su mayoría gobernadas por la izquierda o los verdes), para tener referencias de otras políticas.

4. Pero, aún a falta de completar el análisis presupuestario completo, que antes se ha comentado, podemos sin embargo hacernos una idea de cómo puede afectar uno u otro presupuesto en la acción municipal, visto desde la perspectiva de los grupos económicamente más débiles. Porque aquí, en este punto, es donde emergen, con gran claridad, las diferencias entre la izquierda y la derecha que con tanto ahínco muchos tratan de obviar. Unos grupos consideran que los beneficios llegarán a los últimos por el “filtrado”, de arriba abajo, de la riqueza que se consiga para quienes se encuentren en la parte alta de los ingresos. Durante muchos años ha sido exactamente así como se ha enunciado por el actual equipo de gobierno municipal. ¿No nos acordamos ya de aquellas cantinelas, repetidas una y otra vez, sobre cómo íbamos a mejorar todos de vivienda favoreciendo los intereses de los grandes promotores inmobiliarios? Otros, sin embargo, estamos convencidos de la necesidad de resistir. Una idea de resistencia que significa mantener (siguiendo la sugerencia de Polanyi en La gran transformación) un doble movimiento: lucha, por un lado; propuesta, por otro. No sólo luchar y hacer frente a la tecnoutopía de la sociedad de la comunicación y la expansión del mercado; sino también, en paralelo, plantear una defensa activa de la sociedad frente a lo anterior. Algo semejante ya se ha visto en otras ocasiones, con la coexistencia de un mercado en expansión y un contra-movimiento que lo controlaba, orientándolo en determinadas direcciones, y puede volver a plantearse ahora.

Una idea de resistencia que significa mantener (siguiendo la sugerencia de Polanyi en La gran transformación) un doble movimiento (lucha, por un lado; propuesta, por otro). No sólo hacer frente a la tecnoutopía de la sociedad de la comunicación y la expansión del mercado; sino también, en paralelo, defensa activa de la sociedad frente a lo anterior.

Lo cual supone la consideración de al menos dos principios organizadores de la ciudad, cada uno con sus específicos objetivos institucionales, el apoyo de determinadas fuerzas sociales y sus métodos propios. El primero es el principio del liberalismo económico: tiene por objetivos ampliar el mercado único autorregulador y constituir la sociedad del conocimiento; cuenta con el apoyo de determinadas clases (vinculadas al capital financiero) y adopta como método principal el librecambio. El segundo es el principio de la protección social: tiene como objetivo conservar a la persona y a la naturaleza, cuenta con el beneplácito de todos aquéllos que están directamente afectados por la acción deletérea del mercado único y adopta como método la legislación protectora, las asociaciones y otros instrumentos de intervención. El Ayuntamiento es una institución que puede contribuir al desarrollo del mercado en la ciudad, es cierto; pero que desde luego es esencial, absolutamente necesario para ejercer la protección social. En el siguiente punto veremos cómo puede plasmarse esta idea de forma concreta.

5. Enunciemos ahora las propuestas para el programa, aunque se formulen todavía a grandes rasgos. Lo haremos de conformidad con los grupos que se hicieron en el punto 2, agrupándolas también en cuatro grandes campos de actuación. En primer lugar estaría lo que podría denominarse “defensa de los ingresos municipales”. Implica sobre todo conseguir, de una vez, que aumente de forma muy significativa la participación municipal en los ingresos del Estado y en los de la Comunidad Autónoma (forzar una mayor PIE y una mayor PICA). Al parecer, la participación en los ingresos del Estado de los ayuntamientos se incrementará el próximo año un 9,2% (según anunció Gaspar Zarrías hace unos días). Una cifra que queda aún muy lejos de la pretendida; pero que aún parecerá más induficiente al comprobar que las perspectivas para el año próximo no son buenas, ya que se prevé un descenso importante de los ingresos (tanto de los procedentes del Estado como de los provenientes de los tributos locales). Otro aspecto importante, relacionado con los ingresos, se refiere a la demanda de mayor autonomía de las haciendas locales, que implica la posibilidad de gestionar más adecuadamente esos tributos. Son asuntos de enorme trascendencia para la vida municipal; y para resolverlos no creemos que basten las negociaciones planteadas en los términos habituales: son demasiados años de decepciones y fracasos. Por eso planteamos “negociar con las manos” (al modo en que lo relata Naomi Klein de los pescadores indígenas de Tailandia llamados moken, o “gitanos del mar”, en La doctrina del shock. El auge del capitalismo del desastre). Más adelante (en los próximos meses) concretaremos el modo. (Estas propuestas afectarían básicamente al Área de Hacienda y Función Pública y al Departamento de Gestión Presupuestaria y Financiera, así como al Servicio de Gestión de Ingresos).

En segundo lugar planteamos la necesidad de “más eficacia en el funcionamiento” de la administración municipal. Se trata de mejorar la gestión: buena parte del agua se pierde por las cañerías y buena parte del presupuesto también se pierde sin cumplir sus objetivos. Es preciso reducir el gasto interno, y hacerlo mucho más eficaz, aplicando el principio de austeridad (menos gastos superfluos), llevando a cabo muchas más tareas de mantenimiento, mejorando la gestión al implicarse en actuaciones integradas con los municipios del entorno de Valladolid, y apoyando, con una fiscalidad bien orientada y una gestión de gastos más intencionada, las políticas generales también en la actuación del día a día (compra verde, por ejemplo). Son propuestas que afectan a la Sección de Inspección Tributaria, pero de alguna forma afecta también a todas las demás secciones. Pues es llamativo que en el Informe anual de la Comisión Especial de Sugerencias y Reclamaciones de 2009 no figure ninguna que aluda a la necesidad de reducir gastos superfluos, de los que hay en todos los campos de actividad municipal, ninguna sugerencia tendente a eliminar pérdidas. Es necesario acostumbrarnos a hacerlo. Los hermanamientos, los cócteles, la sustitución prematura del asfalto, y tantas operaciones injustificadas que deberían revisarse.

En tercer lugar,más gasto social, más cultura y menos urbanismo”. Nos proponemos dedicar una parte mayor del presupuesto a cultura y bienestar social. Hasta el punto de redistribuir de forma muy significativa el gasto y poder doblar, en cuatro años, la acción social (alcanzando niveles similares a los de Vitoria; esta ciudad dedicó 53 millones en 2009; casi tantos como Madrid, que sólo llegó a los 54. Valladolid se quedó en 23 millones; su aportación ha aumentado en los últimos años, pero de forma todavía marcadamente insuficiente). En algunos casos habrá que desbordar la acción del Estado (ya se ha hecho otras veces, por cierto). Y habrá que dedicar partidas muy superiores a información, a participación (en Rivas-Vaciamadrid, por ejemplo, se dedicaron en 2008 cuatro millones de euros para promover la participación) y a cultura (considerando, además, el potencial económico que tienen estas decisiones). En este contexto se inscribe la propuesta de destinar un 2% del presupuesto a “atender la solidaridad con los países empobrecidos y las poblaciones que se encuentren inmersas en conflictos bélicos”.

Hasta el punto de redistribuir de forma muy significativa el gasto y poder doblar, en cuatro años, la acción social, alcanzando niveles similares a los de Vitoria.

Aquí entrarían los presupuestos de la Concejalía Especial de Deportes, parte de los de la Concejalía de Cultura, Comercio y Turismo, los de la Concejalía de Bienestar Social, Empleo y Familia y los de la Concejalía Especial de Participación Ciudadana. Entre las Áreas de Infraestructura y Movilidad, Desarrollo Sostenible y Seguridad y Vialidad suman más del 45% del presupuesto municipal: mientras que Vivienda, Educación, Deportes, Participación, Cultura (con Comercio y Turismo) y Bienestar Social y Empleo se quedan en torno al 30%. Estas cifras hay que invertirlas. Hay que replantear las previsiones económicas del Área de Bienestar Social, Empleo y Familia (con la Sección Administrativa de Acción Social, el Centro de Atención a Inmigrantes, el Centro de Servicios a la Dependencia, el de Personas Mayores y los CEAS; también el Instituto Municipal de Empleo, el CIDES y el Centro de Programas de Juventud, entre otros).

Por último, en cuarto lugar, se plantea reconsiderar la organización del conjunto de instituciones municipales dirigidas al fomento económico, en distintos campos. Proponemos crear una Empresa Municipal de Valladolid, que organice coordinadamente el conjunto de actividades de fomento económico del Ayuntamiento, de forma planificada, dando satisfacción a dos demandas básicas complementarias: promover el desarrollo económico de la ciudad, por un lado; y defender la actividad y el empleo de las empresas existentes, su continuidad y potenciación, especialmente en el caso de las pequeñas y medianas. Algo semejante hemos visto en Córdoba, donde el Instituto Municipal de Desarrollo Económico y Empleo (IMDEEC) se encarga de las mismas funciones, desde una institución única. La EMV se encargará de desarrollar estrategias conjuntas de financiación, suministros, gestión interna, etc. El Psoe ya hablaba en su programa de 2007 de la creación de una “Agencia de Desarrollo del Gran Valladolid” como medio de “canalizar todas las líneas de actuación en materia de promoción empresarial hoy dispersas, así como de prestar los servicios financieros que precisa la ciudad”. En el seno de esa institución estaba previsto que se constituyese un órgano de participación institucional, con la Cámara de Comercio e Industria, la asociación empresarial provincial, los representantes de los trabajadores autónomos y los sindicatos provinciales de UGT y CCOO. Tal propuesta era interesante, pero luego se disparataba, al proponer la creación de un sinnúmero de nuevas empresas de todo tipo, prácticamente sin medida. Ya en la página 5, aparte de la AGV se hablaba de la creación de un Consorcio de Transportes y una Empresa Pública Municipal, y muchas más de ahí en adelante. Es necesario ser mucho más sintéticos y ordenados.

Para evitar que los objetivos de futuro arrollen, como suele suceder, a los del presente, esta Empresa se desplegará en dos grandes agencias: Valladolid Porvenir, orientada a la creación de riqueza, la primera (tomamos el nombre de Seine-Saint-Denis, donde la agencia de desarrollo económico se denomina “Seine-Saint-Denis Avenir”). Bien es verdad que habría que impulsar algunos ajustes importantes de orientación en la economía vallisoletana. Al estilo de Múnich, por ejemplo, donde se encauzan las actividades económicas municipales en coherencia con los cambios económicos que se vislumbran para los próximos años (lo denominan “Apoyo a la Transición estructural»). Afectaría a parte de la Concejalía de Cultura, Comercio y Turismo, a la Concejalía de Urbanismo y Vivienda, a la de Planificación, Infraestructuras y Movilidad y a la de Desarrollo Sostenible, Tecnologías Avanzadas y Coordinación Territorial. Concretamente, habría que replantear los presupuestos de la Oficina para la integración de la Red Arterial Ferroviaria, del Servicio de Infraestructuras, el Centro de Movilidad Urbana, el Servicio de Promoción del Comercio y Turismo y algunas de las fundaciones y sociedades.

Para evitar que los objetivos de futuro arrollen, como suele suceder, a los del presente, esta Empresa se desplegará en dos grandes agencias: Valladolid Porvenir, orientada a la creación de riqueza (tomamos el nombre de Seine-Saint-Denis, donde la agencia de desarrollo económico se denomina “Seine-Saint-Denis Avenir”).

Junto a ella, la segunda agencia: Ser Valladolid, dirigida fundamentalmente a la protección del empleo. (También podía denominarse “Valladolid Social”, por ejemplo, como igualmente hemos visto en alguna ciudad alemana). Se trataría de desarrollar con esta agencia un importante sector público municipal. Por supuesto, se apoyaría en el Instituto Municipal de Empleo, aunque reorientándolo en el sentido que ya se enunciaba en el programa de IU de 2007. Afectaría a la Concejalía de Bienestar Social, Empleo y Familia y a la de Urbanismo y Vivienda, por ejemplo. Bajo este planteamiento bicéfalo se rediseñarán los objetivos de inversión de carácter urbanístico. Por un lado estará la política urbanística dirigida a las áreas e instalaciones de nueva creación, en la que se reducirán las inversiones, reorientándolas respecto a las actualmente en curso. Apuntará fundamentalmente a la mejora de la movilidad, a la consecución del soterramiento (replanteado) y al desarrollo de nuevas instalaciones. Por otro lado estará la política urbanística de rehabilitación, a la que se daría más apoyo del que actualmente recibe. Se dirigirá a la rehabilitación no sólo de inmuebles, sino también de áreas urbanas amplias, tanto residenciales como industriales. Es importante esta reconsideración general de la política urbanística y de suelo. Importante también atender a la gestión del patrimonio municipal de suelo y a las posibilidades de los sistemas generales; pero debería revisarse igualmente el planeamiento aprobado; pues en alguno de los sectores en marcha se afecta a ciertas industrias actualmente activas, que se verían obligadas a cesar en su actividad por un deficiente diseño, en nada atento (como tampoco lo ha estado el Ayuntamiento) a esas circunstancias.

(Imagen: Plaza de la Danza. Foto: MS)


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