Blog de Manuel Saravia

Florette, la madre de Peggy, la madre de Peggy, la madre de Peggy

Florette Seligman, la madre de Peggy Guggenheim, repetía tres veces todo lo que decía. Todo, todo, todo. De verdad. Era así. Y tiene sentido. Porque refuerza lo que dices. Si algo no lo has entendido bien a la primera, te da dos oportunidades más. Al parecer, Benavente también opinaba que en las obras de teatro se debían repetir tres veces las cosas: “Una porque hay que decirlas, otra para que el público se entere y una tercera para los críticos”. No parece que Florette tuviese pretensiones de dramaturga ni otras intenciones que la de vivir un singular estilo de vida. Pero hay quien, haciéndose eco de la misma técnica, quiere llegar un poco más lejos. Y convertir en verdad lo que se dice, únicamente a base de la reiteración infinita (no tres veces, sino millones de tres veces), sabiendo que es falso.

Lo cual también tiene sentido. Pues, al parecer, las afirmaciones que, en apariencia, aunque sean falsas, son más sencillas de entender y asumir, nos convencen antes y mejor que otras ciertas, verdaderas, pero intrincadas y complejas. “La verdad es siempre incierta mientras que la mentira es certera. El perfil de la certeza es borroso, allí donde la falsedad es nítida. Hay una asimetría radical que rompe la lógica simple de la razón” (Bateson). La exposición continua a afirmaciones falsas las va convirtiendo poco a poco en ciertas en nuestra mente, a medida que aumenta la cantidad de veces que las oímos, incluso aunque el emisario mismo nos advierta de su falsedad. La “ilusión de verdad” funciona así. Como dijo el poeta, todo lo que rima es cierto. Todo lo que rima es cierto. Todo lo que rima es cierto.

El asunto es repetir. Se suele citar a Goebbels. Pero no hace falta llegar tan lejos. 1. En el mundo, Biólogos por la Verdad nos dicen una y otra vez que “todo (lo del Covid) es una farsa” montada por elpseudoperiodístico terrorista” y “los políticos”. 2. En nuestro continente, Salvini, Le Pen y Abascal nos informan de que “Europa es un coladero en el que todo el mundo entra”. 3. En España, estamos a merced de “lobbies feministas que viven del victimismo”. 4. En Valladolid, con el soterramiento del ferrocarril “se reequilibraría el precio de la vivienda, se potenciaría el comercio y sería medioambientalmente sostenible”.

Vaya. Resultan tan fáciles esas afirmaciones… Son tan sencillas… Las oímos tantas veces… Pero, lo siento, no son ciertas. Ni la 1, ni la 2, ni la 3, ni la 4. Ni tantas otras falsedades que oímos día a día, machaconamente, como si fuesen ciertas. Es verdad que el síndrome Florette vive días de gloria. Eso está claro. Eso está claro. Eso está claro. Pero también creo que hay que hacerle frente. Hacerle frente. Hacerle frente. Buenas noches, Florette. Buenas noches. Buenas noches.

(Imagen: Florette Seligman tres veces. La imagen es un fragmento de una fotografía en que aparece con Benjamin Guggenheim, procedente de wmagazin.com, repetida tres veces, tres veces, tres veces).


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