Blog de Manuel Saravia

La obra de arte siempre nace por cesárea

Esta frase de Ida Vitale es una joya: “La obra de arte siempre nace por cesárea”. “Difícil hallar sentencia más elocuente acerca de una determinada práctica poética”, dice Mª José Bruña al comentarla (en la introducción de la antología poética de Vitale titulada Todo de pronto es nada, Salamanca, Universidad, 2015). La obra de arte nacería, si hemos de creerla, de manera forzada, artificial, “a partir de una operación quirúrgica y aséptica minuciosamente calculada”. Con frialdad. Máxima limpieza y esterilización constante. Bajo un estricto protocolo. Porque, según ese dictamen, el autor o la autora tienen que trabajar desde los primeros esbozos, quizá torpes (¿cómo no querer a una poeta que te dice: “A mí la poesía me sale mal, tengo que trabajarla”?) Y hacerlo “con la cabeza fría”. Nada de entrar en éxtasis (los arrebatos están bien para ir de copas, no para producir arte).

Esto sucede en todas las artes. Pero cuando no nos referimos ni a la música, ni al cine, ni a las artes visuales, ni a la arquitectura ni al urbanismo (un arte donde las haya), sino que hablamos de indagar en la bolsa de la literatura; cuando se trata, en fin, de hacer poesía y el material de construcción son las palabras, el trabajo consiste en ir escogiendo una detrás de otra. Así de fácil. “Escribir es una constante elección de palabras, entre azufrado y sulfuroso, entre plan y conjura, entre giro y viraje, entre loma y colina, entre muero y renazco”.

Saber que esa es la tarea nos permite situarnos en la piel del cirujano (del poeta). Y recordar que las elecciones, por muy profesionales que sean, mucha experiencia que se tenga y toda la frialdad y distancia que queramos imponernos, suponen siempre, de alguna forma, una suerte de compromiso personal con lo seleccionado. El objetivo evidente de la poesía es que el poema finalmente… “me toque” (una vez más Vitale: qué maja es). Y así hay días en que, en efecto (cuando “todo de pronto es nada”), con toda la frialdad del mundo pondríamos sin dudarlo muero. Pero en otros, igualmente asépticos, nos inclinamos más por escribir renazco (esos en los que “quiero, no obstante, / ésta y no otra manera / de estar viva”). Advirtiendo, por supuesto, a los de cerca: “Cuidado: aquí se está intentando practicar una cesárea”.

(Imagen: Ida Vitale, en un fragmento de una foto grupal de la denominada “Generación del 45”, tomada con ocasión de la visita de Juan Ramón Jiménez a Montevideo).


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