Blog de Manuel Saravia

Otra Pietà

Con la potentísima imagen de que “quien está ahogándose en el Mediterráneo, en Europa, no son solo inmigrantes, refugiados, trabajadores, jubilados”, sino que naufragan “también los ideales que están en el origen de la idea de Europa”, Javier de Lucas trenza su último libro (Mediterráneo: el naufragio de Europa, Valencia, 2015), en el que ofrece un conjunto de grandes argumentos precisamente para “rescatar a Europa de su naufragio”.

Resume el Informe de Migration Policy Institute de junio de 2015, en el que se destacan las falacias que están detrás de la mirada errónea de las políticas europeas de migración y asilo. Alude a la “complejidad de la noción de frontera y su función”. Recuerda que “el asilo emerge desde el fondo del impulso civilizador”, y vuelve una y otra vez a dos clásicos: el filósofo francés Charles Péguy, con su ideal moral mínimo de “una ciudad sin exilio”; y el “lema horaciano que recorre como un rubrum estas páginas”: “¿Quid rides? Mutato nomine de te fabula narratur” (¿De qué te ríes? Cambia los nombres y la historia hablará de ti. Horacio, Serm., I.1.69).

Reitera que “ya no podemos mantener que a un Estado solo le obligan los derechos humanos de sus ciudadanos”, sino los de “todos aquellos que se encuentran bajo el alcance de su soberanía”. Denuncia que “la UE practica verdadera xenofobia institucional (convirtiendo) la legislación de inmigración en un Derecho de excepción”. Advierte del “problema de la desigualdad radical en las relaciones internacionales” para entender los movimientos de los desplazados, y de la necesidad de “cambiar el modelo” de las operaciones en el Mediterráneo, que debe ser “más próximo a la operación Mare Nostrum” que a las actuaciones del Frontex. Y alude también, finalmente, a la necesidad de corregir radicalmente “la evolución del capitalismo moderno”, orientado en una dirección “que impide esa relación de respeto y reconocimiento (…) e impone una patología social, una sociedad del desprecio y de la exclusión”.

Pero al margen de las grandes argumentaciones creo que también deberían considerarse otras aportaciones del libro. Así la colección de textos y notas que incorpora. Como esa carta abierta de Cécile Duflot al presidente Hollande, en la que califica nuestras políticas migratorias de verdadero “Waterloo moral”; las referencias a Alex Honneth y sus nociones sobre “la sociedad del desprecio” y “la lucha por el reconocimiento”; el poema de Galeano sobre “Los nadies”; o el cuadro de Turner The Slave Ship, “que podría servir para describir los naufragios de Lampedusa”.

Y también las fotos que acompañan la apertura de cada capítulo. Como la que encabeza el capítulo 3 (“Democracia, derecho, solidaridad: la centralidad del derecho de asilo”). Una instantánea de Marcos Moreno titulada “Otra Pietà”, que he buscado en la red y ha sido fácil de encontrar. De hecho, la difundió el propio De Lucas para felicitar el año en curso. Muy buena la imagen y muy bueno el título que la nombra, esa alusión a las piedades clásicas del arte, que acentúa la conmoción de la imagen misma y está en línea con el contenido general del libro. Porque ésa es la idea: según creo, solo podemos entender bien el fenómeno migratorio si lo consideramos algo propio, nada extraño, que forma parte de nuestra historia y de nuestro ser. Como la Pietà misma de Miguel Ángel.


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