Blog de Manuel Saravia

Y unas franjas de terreno para la apropiación ciudadana

(Hilo 48)

Hay ejemplos de actuaciones en el espacio público que implican la participación ciudadana. Bien sea para significarlos, bien para diseñarlos o también para planificarlos por completo. En el primer caso afecta a ciertos elementos, en el segundo a parcelas o terrenos determinados y en el tercero a espacios urbanos completos (casas y calles). Para empezar, en nuestra ciudad encontramos casos muy llamativos de actuaciones singulares (murales de Sierra o el observatorio de aves de La Overuela, por citar solo dos ejemplos del primer apartado. Ver abajo al pintor y a las vecinas de La Overuela en la faena).

Un caso muy difundido de diseño comunitario de un espacio verde es el del Stadtteilpark Reudnitz, de Leipzig, donde se construyó un nuevo parque urbano sobre los terrenos de la antigua estación ferroviaria de Eilenburg. Un espacio que había quedado abandonado desde la guerra, en 1942, y que estaba condicionado por una conducción interurbana de calefacción al aire libre que lo atravesaba de lado a lado. El diseño fue determinado con una alta participación popular. Y en la configuración del parque se dejaron libres unas franjas de terreno “para la apropiación ciudadana”. Se trataba de “espacios de parcela-jardín” que se alquilaban a algunos vecinos y que constituían un “microcosmos” especial, integrado dentro o en el borde de las praderas amplias de uso común. (Abajo: imágenes del parque).

Sobre la participación en la planificación urbanística no está de más recordar algunas técnicas y herramientas que se vienen practicando desde hace tiempo en algunas ciudades. Como la puesta en marcha de foros específicos (para garantizar la información, generar ideas y crear interacciones), las exposiciones en la calle o en espacios públicos abiertos, talleres informativos, catálogos para la selección de las mejores opciones, talleres de diseño, “recorridos de reconocimiento”, diagramas y maquetas, etc. Hay, por tanto, herramientas útiles. (Abajo: imágenes de este tipo de actuaciones).

Pero no basta. Según exponía José Fariña, “participar debería ser un proceso largo, complejo, en el que se produce una interacción entre los técnicos, los políticos y la sociedad a lo largo de todo el desarrollo del proyecto” de que se trate. Un sistema que, en principio, está recogido en la legislación, con las exigencias de exposición pública y procesos de alegaciones. En ocasiones reforzado, multiplicando los foros de debate, como se hizo en el proceso de redacción del nuevo PGOU de Valladolid, donde se llevaron a cabo más de treinta encuentros, tanto por temas como en los distintos barrios. (Abajo: información de uno de los encuentros e imágenes de alguno de los debates).

Hay quien recomienda formar nuevas instituciones. En Eibar, por ejemplo (como en otras localidades) se ha constituido un Consejo Asesor del Planeamiento Urbanístico, encargado de dar cauce a la participación ciudadana en el proceso de formulación, tramitación y aprobación de los planes urbanísticos. En él participan, además de los cargos públicos correspondientes, múltiples asociaciones: vecinales, medioambientales, de comerciantes, empresariales, de personas con discapacidad física, de mayores, de jóvenes, asociaciones culturales, deportivas, sociales, de personas inmigrantes, de mujeres, sindicatos de asociaciones de baserritarras, colegios y otras asociaciones profesionales. (Abajo, algunas reuniones de consejos asesores).

 

También suele plantearse, en ocasiones, la conveniencia de convocar consultas. Tanto las audiencias públicas como las consultas vienen recogidas en la legislación de régimen local. Pero son difíciles de llevarlas bien a cabo. De hecho, el diseño y la preparación se refuta con frecuencia. Y también el desenlace. Pues se cuestionan las fechas, las preguntas, los modos, la vinculación del resultado, el nivel de participación exigible, el coste, el amparo jurídico y sobre todo la información, extensión y argumentación preparada, que siempre se considera insuficiente, mal expuesta, tendenciosa, escasa o demasiado extensa (difícil, por tanto, de comprender en poco tiempo). Y cuando lo complejo se simplifica drásticamente, la impugnación y el rechazo estás asegurados. (Abajo: imágenes de las consultas de la Diagonal de Barcelona, feria de Sevilla y Plaza de España de Madrid).

En último término, hay quien pone en cuestión todas las formas institucionales de participación urbanística. Sucede así desde hace tiempo, por venir (necesariamente) diseñadas por la administración. Un resumen conciso y lacónico del dilema inicial de la participación urbanística se da en el viejo título de una revista profesional que trató el asunto hace ya más de 40 años: “Participar o ser participados”. Genial. Una disyuntiva que obliga a una resolución igualmente escueta: si no se quiere entrar en la categoría de “ser participados” hay que actuar al margen de lo que se proponga desde otras instancias. Fuera de lo que inviten o sugieran las administraciones. En algunos casos se ha hecho así mediante el desarrollo de un “contraplán” tramitable y, por tanto, con posibilidades legales de ejecución. En otros casos, simplemente mostrando la oposición y disconformidad. (Abajo, imágenes de la revista citada).

 

Pero la obligación pública es la de desarrollar el sistema, ampliando los mecanismos legales, facilitando que los vecinos y vecinas puedan contar con apoyo técnico, e incluso que puedan proponerse, como en Leipzig, donde sea posible, unas franjas de terreno “para la apropiación ciudadana” o vecinal. Distinguiendo, porque es obligado hacerlo, los distintos casos de planeamiento, diseño y obras, ya que cada caso es único, y sus circunstancias propias pueden condicionar la actuación decisivamente. Sin olvidar tampoco el papel que cumplen los “presupuestos participativos”. Tal será el propósito para este año que empieza, en los procesos urbanísticos que se desarrollen.

Para concluir recordemos lo que se establece en el art. 5 de la “Carta Europea de la democracia participativa en los procesos urbanísticos” (febrero 2016): “Las reglas de funcionamiento deben adecuarse a cada caso a fin de que respondan a las circunstancias locales. Los métodos y procesos variarán dependiendo del alcance de los planes, la escala del plan y las preocupaciones de los ciudadanos, así como de acuerdo a estructura de la administración local”. En efecto, sin perder de vista el objetivo esencial, cada caso es un mundo.

(Imagen del encabezamiento: : procedente de leipzig-leben.de/rabet-leipzig-stadtteilpark-an-der-eisenbahnstrasse).


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