Blog de Manuel Saravia

Valladolid, plazas y campas

(Hilo 8)

1. El interés de las plazas. La plaza es el espacio civil por excelencia. Se ha señalado en multitud de ocasiones. Ortega y Gasset, en una notable definición del origen de la ciudad, enfatiza lo civil, la reunión civil, el contacto, la asamblea. Remo Bodei señala el principio de solidaridad horizontal, de fraternidad. Paolo Portoghesi, expresaba la misma idea en un libro de afortunado título: “el espacio de las miradas”. Pues la plaza tiene la condición de lugar de encuentro. Y la referencia, Siena, con su piazza del Campo. Situada en una colina de la Toscana, que conoció la forma más extrema de gobierno popular, entre los siglos XIII y XVI, de la que la plaza fue su expresión más acabada y representativa. Un espacio de especial dignidad desde la antigüedad. Un estatuto de 1262 fijaba sus características. El campo se dividía en dos partes (el bajo, de mercado; y el alto, de S. Paolo) y se constituía en el lugar de encuentro de los terzi, las tres principales divisiones políticas de la ciudad. En el siglo XIII el espacio era suficiente para reunir a toda la ciudadanía. Incluso sirvió, durante un tiempo, como vasto granero subterráneo, para tiempos de necesidad. Y dio albergue a juegos y fiestas: la pugna, el pallone, batallas de toros, el Palio. Toda una intensificación del carácter civil, de una “idea sociopolítica de un modelo de unidad construido sobre la diversidad”, es lo que, finalmente, fue cobrando forma en esta la plaza. (Abajo: vista aérea, histórica, a pie de calle y desde los tejados).

2. El interés de las campas. Como complemento del sistema de plazas se ha considerado un conjunto de campas, en el encuentro entre la ciudad y el campo. Superponiendo, para hacer referencia a estos espacios, algunas imágenes históricas. Claros del bosque. Praderas próximas a la ciudad, espacio festivo. Como la de Goya, con Madrid al fondo. Lugares amplios que sean a la vez pradera, claro y, en sus bordes, el bosque de las hadas (unos con más lejanía, otros más vacíos, otros más fantásticos), para dar forma a un conjunto de parques que permitan el encuentro y el baile, el juego y la representación. (Abajo: la pradera de San Isidro, un claro de bosque, el sueño de una noche de verano y la campa de Villalar).

3. Las plazas de Valladolid. En Valladolid se localizan 116 plazas de distinto tamaño y función: un número probablemente escaso (si nos atenemos a los estándares recomendados), que además se encuentran distribuidas de forma muy irregular y desequilibrada. Pues hay barrios que cuentan con varias plazas significativas mientras hay otros que carecen de ellas. Las tipologías de las plazas vallisoletanas son variadas. Desde la histórica plaza Mayor hasta las soluciones propias de los ensanches (como Juan Pablo II, Lola Herrera), plazuelas (tipo el Salvador, los Monegros o los Ciegos), espacios interbloques (Alba de Tormes), plazas vinculadas a un edificio singular (Santa Ana, Rafael Cano), monumentales (San Pablo, San Nicolás), reducidas a glorietas (Pl. de Castilla y León) o meros espacios de aparcamiento (Uruguay, Monasterio de San Benito, Palmera), o que forman secuencias (como las la Overuela: Parroquia-Alfonso X-Siete Partidas). Los usos del perímetro y las actividades del interior son igualmente heterogéneos. En algunas se mantienen los usos comerciales (con función de mercado: España). Las hay con áreas de juego (Ribera de Castilla, Camilo José Cela), y también se ven plazas con zonas estanciales y enclaves tranquilos (Ópera, Mayo, Crepúsculo). En ocasiones se ha construido un aparcamiento en el subsuelo. Algunas son grandes (la plaza Mayor tiene unas dimensiones de 80-86 x 124-126 m, y es la primera y más grande plaza mayor regular que aparece en España; la de Marcos Fernández tiene 60 x 150 m aprox.), pero también las hay muy reducidas (la plaza del Abanico no supera los 20 m). Algunas poseen una geometría clara, como Ochavo, Circular o Nieves; pero la mayoría son irregulares. Las hay abiertas (Colón), semiabiertas, (Once Casas, Poniente, Everest), cerradas (Viejo Coso, Azor) y semicerradas (Lonja, Biólogo José Antonio Valverde). Con volumen arquitectónico interior (como las plazas Porticada, Juan de Austria, Milenio). Llenas (como la de las Ciudades Hermanas), o vacías (como la Siega). Algunas cuentan con un perímetro de soportales que las determinan (Fuente Dorada, Batallas, Carmen Ferreiro). Y las hay densamente arboladas (Ejército, Circular, Armonía, Rosa Chacel). Unas poseen una clara función identitaria (Solidaridad, Danza, Carmen, Alberto Fernández), en tanto que otras parecen genéricas. Pero pueden seleccionarse diez de ellas, una por distrito, que puedan tratarse, y en su caso rediseñarse, como espacios de reunión en los que predomine la función de estancia y encuentro.

4. El potencial de las campas en Valladolid. También pueden seleccionarse un conjunto de diez (o mejor: once) campas. En lo alto de la Fuente el Sol o las Contiendas; en la Cuesta del Tomillo y en el Pinar de Jalón; en la Playa de las Moreras; en la Chopera del Cid, la Ribera de Santa Ana, la Ladera Este de Parquesol o en el camino de Fuente Amarga; en la antigua Hípica Militar del Pinar o en la campiña del Carmen podrán constituirse esa suerte de parques peculiares, esas campas destinadas a acoger actividades más o menos regladas, más o menos sistemáticas o completamente espontáneas (según los casos), pero siempre espectaculares. Donde, “por la noche, con las dulces sombras, nos tenderemos sobre la hierba y con inocentes juegos pasaremos nuestros días”. Donde confiar en que las preocupaciones y la desesperanza, la envidia y el rencor, “delicias del diablo, sean para siempre desterrados” de ese lugar. (Abajo, plano general de campas y plazas, incluido en el Plan General de Ordenación Urbana de Valladolid 2020. A la derecha, estado actual y proyecto de la plaza del Carmen).

5. Proyectos de plazas centrales y campas alrededor de la ciudad. En el PGOU se indica cómo tratar esas diez plazas centrales (y finalmente, también las demás). Diseñarlas como auténticos lugares para estar, seguras y acogedoras, y de ser posible, con una buena orientación. Dotarlas de zonas de sombra, con arbolado y áreas cubiertas que protejan de las inclemencias climatológicas. Diseñarlas de modo que permitan, y no impidan, el juego espontáneo: evitar colocar mobiliario urbano y zonas ajardinadas de forma homogénea. Crear diferentes espacios en una misma plaza hace que se pueda utilizar de forma diversa y por diferentes grupos de forma simultánea. Delimitar las plazas al menos en tres de los posibles cuatro lados, o en tres cuartas partes de su perímetro, con edificios o bien otros elementos como vegetación, pérgolas, etc. Conectar las plazas con la red viaria rodada en al menos uno de sus lados. Tener muy en cuenta la orientación de la plaza respecto al sol, para ubicar correctamente las áreas de reposo y la situación de los bancos. Procurar que estas zonas no estén al lado de una vía de tráfico rodado, para evitar las molestias de los ruidos y los gases y la inseguridad para niños y niñas. Asegurar una iluminación correcta con lámparas altas compatibles con los árboles, sin que la copa de estos interfiera, con los suficientes luxes que garanticen la seguridad y evitar así la sensación de inseguridad. En el diseño de parques y zonas verdes públicas intercalar espacios para funciones diversas y áreas abiertas, de modo que su tratamiento permita diferentes utilizaciones: paseos, áreas ajardinadas o boscosas, áreas para el esparcimiento y el reposo, jardines didácticos, granjas educativas, viveros, huertas para ser cultivadas por el vecindario, etc.

En los próximos meses se completará la redacción del proyecto de la nueva Plaza del Carmen (en Delicias), que cumple los principios antes enunciados y permite un más amplio espacio de reunión, y se iniciará su ejecución.

(Imagen del encabezamiento: Juegos de nieve en la plaza de Marcos Fernández, en Parquesol. Foto de BS).


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